Hemos fallado como sociedad muchas veces, pero esta será posible y seriamente una involución que más tarde que temprano terminará mostrando que nuestro faltante eterno es la responsabilidad.
Por Guadalupe Michaelis
Alguien que no se cuida es irresponsable, un juez que libera a un violador es irresponsable, el que gobierna sin estar capacitado es irresponsable, el que pone en riesgo a otro es irresponsable, el que habla sin pensar que su palabra puede marcar la diferencia es irresponsable, tal como yo lo fui muchas veces.
El límite siempre es la vida, no puede haber otro. No se trata de religiones, creencias ni guetos, se trata de ser responsables de la vida y no disfrazarla para que nos cierre el discurso porque esa fue la mecánica que a lo largo de la historia se utilizó una y otra vez para justificar la desaparición de lo “inconveniente”.
En el afán de lograr adhesiones se faltó a la verdad, se pidieron “anticonceptivos para no abortar” cuando son algo que existe, es ley y se encuentran disponible desde hace años, incluso las obras sociales los cubren con un simple trámite; se pide “educación sexual para decidir” algo que también existe desde hace 12 años y que sigue fallando en su aplicación y de lo cual como sociedad solo exigimos y culpamos a las escuelas cuando es obligación de todos: de los padres, amigos, tíos, de los que tuvimos mejores chances, hacer de esa ventaja algo útil para el mundo.
“El aborto legal para no morir” permite a la clase media irresponsable usar esto como un derecho por el que nadie paga las consecuencias, la clase más humilde y olvidada habrá sido el actor necesario de esta campaña aunque jamás vayan a acariciar siquiera las bondades de una iniciativa que recuerda a los humildes cuando es necesario conmover a las masas.
Como mujer me avergüenza la victimización constante del género, esa contradictoria costumbre de reclamar en nombre de una libertad que en realidad es sentencia.
Si moverse en masa es lo que manda y determina la voluntad de nuestros representantes (que en teoría son probos y que dedican estudio de calidad en cada iniciativa), si el pueblo en las calles los hace dudar, o si sus hijos (con los que se sienten en deuda por ser padres ausentes, por haberlos reconocido tardíamente, etc.) son quienes terminan marcando la decisión de sus padres que en lugar de gobernar desde la idoneidad terminan queriendo comprar el amor de sus hijos, estamos perdidos.
Este debate mostró que un puñado de gente quiere ganar un derecho, el de matar. No se trata de decidir, no se trata de que sea legal o no. No. No se trata de eso. Se trata de que ninguna mujer curse un embarazo si no lo quiere y eso sí podemos lograrlo de un día para otro, se trata de educación. Si para que una mujer sea libre se le permite que le pise la manguera de oxígeno a lo que vive en su cuerpo, la estamos sentenciado y no lo hace la iglesia ni la sociedad, lo hacemos todos porque hemos permitido que la ignorancia prospere.
Que no es un ser humano.
Que las mujeres no somos incubadoras.
Que tenemos derecho a decidir.
Que un embarazo es un sometimiento ligado a las opresiones patriarcales.
En el fondo, cuando una mujer pueda sincerarse consigo misma, sabrá que había vida aunque no la quisiera. Que nunca fue una incubadora sino alguien que por las leyes de la naturaleza pudo engendrar vida. Que pudo decidir cómo cuidarse. Que su falla sigue siendo querer empoderarse en cualquier lado menos cuando tiene que hacerlo con la persona con la que se acuesta. Que la sociedad no la embarazó. Que tampoco lo hizo una religión. Sabrá también que la dejaron sola, que la usaron y que la trataron como en una carnicería porque lo que tiñe de sanguinario el escenario no es la legalidad o la ilegalidad sino la certeza de que había vida.
Y ahora viene la parte en la cual te preguntás, quizás con algún insulto hacia mi en voz baja, “y qué pasa con las niñas violadas, las mujeres violadas?” Y yo te pregunto: acaso esta ley las salva más de lo que ya lo hace la ley existente o las perjudica sumiendo en el anonimato al agresor?
Estuvo flojo el debate aunque debo reconocer que contaron con opiniones de personalidades que salen bien en las tapas de los diarios.
Salga como salga, lo pintemos como lo pintemos, la vida es vida y nuestro país no necesita que copiemos al norte del continente el plan menos humano. Necesita que trabajemos como sociedad hablando de anticoncepción y enfermedades de transmisión sexual. Necesita que trabajemos en educar hombres que respeten a las mujeres como pares. Necesita que el mensaje no vuelva a requerir eliminar a otro para existir, después de todo es una conducta machista.
Que no lo veas no significa que no exista.
No llames accidente a la irresponsabilidad.
No uses casos excepcionales para convertir a la muerte en un derecho. Si corremos el límite, no vamos a poder volver atrás.
Sí a las dos vidas. Sí a tu derecho de tener “Poder sobre tu vida” como recita el libro de la querida Analía Forti.
Sí a nuestros derechos íntegros y sin necesidad de hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan.
El aborto es violencia, es sentencia y abandono.
Es una salida fácil que vuelve a condenar a la mujer.
Es una salida fácil que vuelve a condenar a la mujer.