Con sólo 19 años, Evelyn se está enfrentando a algo a lo que ninguna mujer debería: que un sujeto la siga al punto de saber cada uno de sus movimientos. Ella vive en Villa Tesei, de él no se sabe nada más que las cosas que le dice. Al principio, la joven pensó que iba a ser algo pasajero, controlable. Pero llegó al punto de temer que pase a mayores porque el acosador desconocido le llegó a mandar fotos desde la entrada de su trabajo, a enviarle mensajes de Whatsapp elogiándole la ropa, a llamarla por la madrugada y a controlar sus horarios de llegada: “Se que volvés a las nueve de la mañana a tu casa”.
“Quiero que seas mía puta”, “¿No vas a salir a saludar forra?”, “¿Qué pasó que hoy no fuiste al gimnasio?”, “¿Por qué me bloqueas amor?”, “Te amo”, esos son sólo algunos mensajes que Evelyn toleró hasta hacer la denuncia, además de un sin fin de llamadas que no respondió. Todo eso por la creencia de algunos hombres de que pueden ser los dueños de la mujer que quieran. Porque para algunos las mujeres son cosas, cosas que podes comprar, robar y hacer lo que quieras con ellas, como un celular. Afortunadamente, no trascendió porque un acosador no puede ir libremente haciendo lo que quiera. Entonces Evelyn venció la inseguridad y el miedo, y radicó la denuncia pertinente.
El hombre conoce sus movimientos hace un año, mas o menos, sabe que ella hace 365 días estaba de novia. Pero los mensajes comenzaron hace sólo semanas. Al respecto, la Policía elevó la denuncia de la chica desde la comisaría segunda de Villa Tesei. Desde la institución policial la aconsejaron ir a la Fiscalía número 3 de Morón. Pero, como todo, la entidad que representa a la justicia tiene sus fallas. Ellos le dijeron que intervendrían sólo si ocurría un delito ¿O sea que Evelyn debe esperar a que esta persona la agreda sexualmente, a ser violada o a que la secuestren para que la fiscalía le tome la denuncia y accione?
Lucía Tedesco
